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EXITOSA OPERACIÓN "CAMPANA" CONTRA EL NARCOTRAFICO NACIONAL E INTERNACIONAL

Texto del libro "La Conjura de Los corruptos"

Región San Martín, donde destaca la localidad de Campanilla, el mas importante centro de actividades y acopio del narcotrafico nacional e internacional durante la década de los 90, la dictadura Fujimori - Montesinos; y zona de acción de la "Operación Campana" planeada y conducida de manera sorpresiva y eficiente por el Mayor Evaristo Castillo y punto de quiebre de la historia oficial entre el Estado peruano formal y el narco Estado Peruano.
Mapa de la Región San Martin, destacando la localidad de Campanilla, el mas importante centro de actividades y acopio del narcotráfico internacional durante la década de los 90 y zona de acción de la "Operación Campana" planeada y conducida de manera sorpresiva por el Mayor Evaristo Castillo y PUNTO DE QUIEBRE DE LA HISTORIA OFICIAL ENTRE EL ESTADO PERUANO FORMAL Y EL NARCO ESTADO PERUANO
Publicación de la década de los 90 de la Revista "Gente" denunciando y documentando la conexión entre las poderosas cúpulas militares del fujimorismo y el intocable Cartel del Narcotráfico peruano de Demetrio Chavez Peñaherrera "Vaticano"
4 Helicópteros de trasporte de personal de la DEA, que participo en la "Operación Campana", siendo el soporte logístico principal de la operación.
El "pablo escobar peruano", Demetrio Limonier Chavez Peñaherrera "vaticano", representa la impunidad, la soberbia y el descaro de quien se siente poderoso por su complicidad con los poderes político y militar al nivel más alto del estado peruano, puede aún mostrarse como una figura señera y con poses de importante.
Sabe mucho más de lo que dijo y que nunca quiso decir.
Mayor E.P. Evaristo Castillo en el Cuartel General del Frente político - Militar del Huallaga, año 1992
El ex presidente de la república Alberto Fujimori foto en reunión en Palacio de gobierno con su ex asesor Vladimiro Montesinos y los miembros del comando conjunto de las fuerzas armada, cómplices del narcotráfico y la corrupción en las fuerzas armadas y demás instituciones del estado.
El poderoso ex Asesor Presidencial Vladimiro Montesinos Torres quien controlaba por medio de las instituciones del estado entre ellas las Fuerzas Armadas; el narcotráfico nacional e internacional.
el expresidente Alberto Fujimori ( al centro) junto con el Gral. Nicolás hermoza Ríos ( ex comándate Gral. Del Ejercito y ex jefe del comando conjunto de las fuerzas armadas) y Gral. Eduardo Bellido mora ( ex jefe del Frente Huallaga) complicidad del narcotráfico en el Alto Huallaga.
Gral. Nicolas Hemoza Rios ex jefe del ejercito y de las fuerzas armadas junto al Gral. Eduardo Bellido Mora jefe del Frente Huallaga cómplices del narcotráfico en el Alto Huallaga
“OPERACIÓN SORPRESA”
En el mes de marzo del año 1992 en el cuartel general del frente Huallaga ( llamado así por la fuerza militar y que ocupa la seguridad de los departamentos de San Martín y Huánuco) ,el Mayor EP Evaristo Castillo desarrollaba su trabajo habitual como jefe de operaciones , y pese a la actitud indiferente del General Eduardo Bellido Mora comandante general del frente Huallaga , recibió la orden de desplazarse a la base antidrogas de Santa Lucía, y colaborar con la policía y la DEA, en el análisis de las informaciones y el planeamiento de posibles y futuras operaciones conjuntas contra el narcotráfico.
Por informaciones de los confidentes infiltrados el Mayor Castillo conoció la decisión de los capos del narcotráfico, de que luego de casi dos meses de postergación, reunificarían sus actividades nuevamente en Campanilla, seguros de la protección de sus cómplices, con poder de decisión, al más alto nivel.
Pero esta vez el Mayor Castillo decidió mantener la información en reserva por las infiltraciones de planes anteriores que abortaron las operaciones y no dio cuenta al comando del frente, continuando planeamientos y actividades sobre otras zonas. El día 9 de marzo y en función a la información recién recibida sobre actividades del narcotráfico en Campanilla, inició la ejecución de un gran operativo con cuatro helicópteros y dos avionetas, y con un total de 90 hombres.
Además, solicito la presencia física del fiscal especial del alto Huallaga, Dr. Jorge Rengifo Rojas, a quien para mayor seguridad se le vistió de policía. E informó al personal que el objetivo sería Huicungo, en Juanjuí, centro de acopio también importante.
Embarcado el personal de intervención, iniciado el vuelo en dirección a Huicungo, lugar que sobrevoló durante algunos minutos.
En el mando policial, en el jefe DEA, así como en el fiscal, se podía percibir el temor al cambio de alguna orden, que podría traerles consecuencias y represalias del comando del frente. Luego de algunos minutos de tensión se decidió iniciar la operación, tomando el mando de la misma El mayor Castillo Procedió a informar a los pilotos del nuevo objetivo, trasmitiéndoles la orden: Campanilla seria el objetivo. Luego de la sorpresa inicial los jefes policiales y el jefe de la DEA, dejaron trasmitir su alegría y satisfacción. Al fin, luego de casi dos años, se realizaría una intervención policial antidrogas sobre el centro de acopio de pasta básica de cocaína más importante de la zona del Huallaga, que ya era considerado como un lugar intocable.
Llegando al área de Campanilla el Mayor Castillo en el helicóptero asignado ordeno sobrevolar la zona a una altura bastante baja. Estando en vuelo sobre el mismo poblado, fueron recibidos con disparos de fusil y de arma corta, repeliendo el fuego haciendo uso de las granadas lacrimógenas y de humo. Inicialmente aterrizaron los demás helicópteros a lo ancho de la carretera marginal, y los elementos policiales avanzados dieron seguridad al aterrizaje de las dos avionetas.
Por momentos el fuego por ambos lados se intensificaba. Al terminar de desembarcar, con todos los elementos policiales, el Mayor Castillo dio la orden de iniciar un cerco sobre el poblado de Campanilla, y dar comienzo a la operación anti drogas.
Al iniciar el Mayor Castillo su ingreso por el centro del poblado seguido por el jefe policial y el jefe DEA, así como por el fiscal especial antidroga, el sonido de las armas de fusilería fue disminuyendo. La fuerza policial de intervención, dominó la situación y ocupó los lugares estratégicos del pueblo.
Al llegar al centro del poblado, el Mayor Castillo fue recibido por un pequeño grupo de personas entre las que se encontraba un hombre de estatura mediana, que se identificó como el alcalde de Campanilla, pidiendo hablar con el jefe de toda la operación. se acerco a él y luego de decirle quién era, le pidió a los demás que se retiraran, y que el hablaría con el jefe en privado. A lo que el Mayor Castillo le respondió que no había nada de qué hablar en privado. Que sólo harían una verificación del lugar y que sólo serían intervenidas aquellas personas que realizaban actividades relacionadas al tráfico ilícito de drogas, y/o relacionadas con el narcotráfico.
Ante su insistencia de conversar con el Mayor Castillo en privado procedió a ordenar su aislamiento, lo que cumplió el personal policial cercano a él, continuando su ingreso se encontraron con una masa compacta de pobladores del lugar, formada por mujeres, hombres, niños y aun ancianos, que los insultaban y les lanzaban pequeños objetos, y bolsas conteniendo orines y excrementos humanos.
El Mayor Castillo pudo notar que entre la población civil se encontraban soldados del Ejército con sus uniformes y su armamento, en actitud totalmente pasiva. Acercándose a uno de ellos, y al identificarse, le dijo que pertenecía a una patrulla de la base militar de Punta Arenas. Entonces le pidió que le llevara donde se encontraba el jefe de la patrulla. Este se encontraba medio escondido en una casa, y dijo ser el subteniente “Claudio” de la base de Punta Arenas. Que se encontraba allí desde hacía varios días con su patrulla compuesta por doce hombres, cumpliendo la orden de dar protección a Campanilla, ante un supuesto ataque de elementos terroristas de “Sendero Luminoso”.
Llevaban ahí casi una semana, en una precaria construcción a la que llamaban por el nombre de “base temporal”. El Mayor Castillo pudo notar que a esta base corrían a esconderse algunos hombres, que posteriormente serían identificados como elementos narcotraficantes. El jefe de la DEA, le pidió al Mayor Castillo que permitiera que se revisara esta base militar, a lo que accedió. Luego del registro sacaron a algunas personas detenidas de este lugar.
El Mayor Castillo se acercó al oficial del Ejército y le ordeno que él y su patrulla se dirijan a la zona donde estaban los helicópteros, y que procediera a dar seguridad a los mismos. Esta orden no fue cumplida. La actitud del subteniente “Claudio” en todo momento fue de desagrado, de desgano y de resistencia a la orden; por lo que procedió a tomarle su nombre completo, su grado, su especialidad, y su unidad, para así cumplir con presentar posteriormente el informe correspondiente de la operación, al Comandante General del frente.
El Mayor Castillo Continuando con progresión, comenzó a ingresar a diversas viviendas que contenían en su interior, así como en sus patios, cantidades considerables de sacos conteniendo droga, cortando los mismos y procediendo luego de su revisión y numeración, a incendiarlos.
Siguiendo por la calle más ancha se le acercó un individuo, que se identificó como un elemento importante del lugar y que manifestaba que podría llegar a un arreglo con el , a cambio de detener toda la operación. Ante la negativa del Mayor Castillo y al ordenar su detención, le manifestó que podría darle cinco mil dólares, si al menos diera protección a su vivienda, indicándole cuál era.
El Mayor EP. Evaristo Efraín Castillo Aste Le dijo que era un militar sin precio, a lo que insistió diciendo que le daría diez mil dólares, y que además debería saber que ellos arreglaban con sus jefes. Que él tenía contacto con sus jefes, y que trabajaban con ellos desde hace mucho tiempo.
Además le comentó que el dinero que le ofrecía, se lo entregaría inmediatamente, y con sólo detenerse en la puerta de su vivienda; nadie ingresaría en ella.
Toda esta conversación se realizó en presencia del fiscal especial antidrogas del alto Huallaga, que el Mayor castillo pidió que le acompañara en todo momento. Luego procedió a su detención entregándolo a un oficial de la policía, con la orden de que en la base de Santa Lucía se lo entregaran para su interrogatorio.
El Mayor Castillo Ingreso a la vivienda del sobornador donde encontró la mayor cantidad de sacos con droga, casi 60 sacos, así como una camioneta que también se encontraba cargada con seis sacos. Dijo que pertenecía al alcalde de Campanilla.
La policía procedió a requisar la camioneta, y los seis sacos de droga que se encontraban sobre ella, y los llevó rumbo a la pista de aterrizaje para embarcarla en una de las avionetas. Esta camioneta por su tamaño no pudo ser embarcada en ninguna de las aeronaves. Fue entregada en calidad de confiscada al sub teniente “Claudio” que debería de tenerla en custodia en la base de Punta Arenas. Para la sorpresa del Mayor Castillo , luego la camioneta sería devuelta al alcalde, por el comandante “Rodrigo”, por orden expresa del general, comandante general del Frente Huallaga Eduardo Bellido Mora.
Prosiguió con la operación y luego de casi tres horas de trabajo ordeno replegarse con dirección a la base de “Santa Lucía”. En el lugar quedó la patrulla del Ejército de la base de Punta Arenas. Llegando a la base policial de “Santa Lucía” solicito al jefe policial del operativo, la copia del informe de la operación, y luego de pesar la droga requisada y registrarla, hablo con el detenido.
Este resultó ser el individuo Luis López Aguilar, conocido también como “Trompa de buque”, un miembro importante de la banda de Demetrio Chávez Peñaherrera alias “Vaticano” y uno de sus hombres de mayor confianza en Campanilla. Se decía que era el principal encargado del acopio de droga, y de su embarque en las avionetas colombianas.
En la conversación que el Mayor Castillo mantuvo le afirmó que él sólo cumplía con lo que le mandaban, y que ellos tenían el apoyo de los elementos del Ejército de la zona, con los cuales colaboraban con víveres y dinero. También afirmó que su jefe conocía al jefe militar de Tarapoto, e insistió en su liberación.
Al salir del recinto cerrado y estando conversando con un jefe policial el Mayor Castillo observo que un policía, mecánico de helicópteros de la DEA, le tomaba fotos.
se identificó como un miembro de la DEA de origen mexicano, procediendo a velar el carrete de fotos en su delante. El supuesto fotógrafo, dijo tomar fotos por afición.
A continuación procedo a dar cuenta de la operación al general Bellido, comandante general del frente Huallaga, quien de manera casi violenta mostró su desagrado, ordenando que inmediatamente regresara al cuartel de Tarapoto.
Esa noche ya era imposible hacerlo por la oscuridad y pernocto en esa base. Fue una noche de festejo, donde luego de celebrar con algunas brindis y palabras dadas por el Mayor Castillo por la eficiencia de sus hombres por el éxito de la operación, los oficiales de ambas policías, contaban sobre sus experiencias en la zona. Afirmando en todo momento, que era conocido por ellos que elementos militares de alta graduación en la zona daban protección al narcotráfico, y de su frustración en el trabajo policial. En particular el jefe de la policía de la DEA, dijo que su embajada y su gobierno ya tenían conocimiento también de esto.
Al día siguiente en una nave policial se desplazo a su cuartel, donde fui recibido por el general Bellido jefe del frente Huallaga bastante ofuscado y molesto, que de manera violenta recriminó su actitud.
A continuación realizó una reunión bastante extraña donde participaron el inspector de los delitos de narcotráfico, coronel Sime, y el comandante “Rodrigo“, jefe del área de Campanilla. Ahí les ordenó al comandante y al coronel que hagan una investigación de todo lo sucedido, y para su sorpresa informó de la muerte de una mujer y un niño en la operación. Todo esto fue desmentido después.
De manera amenazante el general bellido, comandante general del Frente Huallaga, le ordenó al Mayor Castillo que dejaría de trabajar en el departamento de operaciones, y que después ya sabría de su nuevo puesto de trabajo. Luego continuó increpándole, que quién era el para decidir esa operación, y por qué no se le informó antes. Contestándole el Mayor Castillo que como oficial del departamento de operaciones ése era su trabajo, y que la operación había sido un éxito.
Continuó instigándole al decirle que era muy delicada su situación, y que le traería graves problemas.
En esos momentos sonó el teléfono rojo, y se le comunicó que el jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, quería conversar con él. Era el general Valdivia Dueñas, quien se había enterado por la prensa de lo sucedido, que ya informaba sobre la operación, y su éxito, en grandes titulares.
Aceptó la felicitación que recibía y cambiando su semblante y sus palabras, dijo conocer todo, y que en esos momentos se encontraba con el oficial que había conducido la operación, al que habían intentado sobornar, y que le estaba informando de los detalles.
Se despidió agradeciendo la llamada y la felicitación, y luego de colgar el teléfono ordenó al Mayor Castillo que se retirara, quedándose a solas con los otros oficiales. En todo momento el Mayor Castillo pude percibir la actitud hostil y molesta del general Bellido, comandante general del frente Huallaga, que se expresaba como si lo sucedido, fuera a traerle problemas, en lugar de una felicitación.
La reacción del narcotráfico no se hizo esperar, y la tensión se apoderó de la oficialidad, que extrañamente no se acercaban al Mayor Evaristo Castillo para felicitarle, sino a decirle que se había metido en un grave problema. Como si se tratara de que hubiera hecho algo malo.
Lo que más sorpresa le causó fueron las palabras del capitán “Víctor”, auxiliar de inteligencia, que se presentó en su habitación, y saludándole con un abrazo le dijo. “Jefe, lo felicito por su valor, pero está en problemas porque toda esta mierda la manejan desde arriba”. “¿Acaso Ud. no sabe que todo este asunto lo manejan los grandes?”
Ante su asombro le dijo que él le estimaba, pero que con lo sucedido, ya estaba “quemado”.
El Mayor Evaristo Castillo le respondió que no creía en sus palabras si no “para qué mierda estamos aquí, ¿ acaso para convivir con los narcos y ser sus sirvientes? ”
Luego se retiró no sin antes decirle que ya se daría cuenta más adelante, por lo que le iba a “suceder”.
Recién a partir de esta conversación pudo confirmar, lo que siempre había sido su sospecha y su inquietud: El narcotráfico tenía apoyo de altos miembros del gobierno, tanto del poder político como del poder militar, de ahí la impunidad de sus actividades y la audacia, seguridad y soberbia con que actuaban los capos y sus aliados.
INTENTO DE SOBORNO
El soborno es la más común de las modalidades que emplea el narcotráfico para realizar sus actividades ilícitas, que consiste en recurrir a la “compra” de cargos y conciencias de las autoridades encargadas de reprimirlas. En ello es notorio el acercamiento que realizaban mediante el ofrecimiento de grandes cantidades de dinero a cambio de colaboración y la consecuente impunidad; todo esto para lograr sus objetivos finales, que eran la seguridad al transporte, y al acopio de la droga, y también la posterior seguridad a los movimientos de sus aeronaves.
Pero para que esto llegue a buen término es necesario que cuenten con buena información. Como, por ejemplo, cómo contactar con los encargados de combatirlos, y dentro de estos, visan poder llegar a las máximas autoridades que desde su cargo puedan dictar órdenes que favorezcan sus actividades, o que puedan mantenerlos informados de las operaciones antidrogas para así ponerse a buen recaudo.
Cuando el narcotráfico internacional decide “trabajar” con el gobierno y/o el Estado peruano, capta inicialmente a los principales responsables de combatirlos. Es decir a aquellos personajes que por su poder político, militar, policial y judicial pueden facilitar todas sus actividades.
Luego de obtenidos estos contactos y los respectivos apoyos, y de establecer una red poderosa al servicio de sus intereses, ya podían con mayor facilidad “comprar” a los mandos medios, para así cerrar el círculo que los favorecía.
De allí sus relaciones fluidas con un personaje como el ex asesor presidencial , capitán en retiro del ejército y abogado Vladimiro Montesinos Torres , que por sus antecedentes laborales como abogado de grandes narcotraficantes internacionales, como el ex capo del narcotráfico colombiano Porras Ardila, o por su amistad con capos como Pablo Escobar del cartel de Cali colombiano, lo hacían el personaje más importante de toda la organización. Conocedores también de la influencia de Montesinos en el gobierno, por su cercanía al ex presidente Fujimori, y de su poder de decisión para nombrar los altos mandos en sectores tan importantes y neurálgicos como el Ministerio de Defensa y Fuerzas Armadas, Ministerio del Interior y Fuerzas Policiales, Ministerio de Justicia y Poder Judicial, entre los principales. Logrado esto, todo lo demás les fue más simple.
Por eso la presencia del narcotráfico internacional en el país, y la infiltración en sus instituciones fue de menos a más, hasta llegar a copar el poder de decisión político y operacional para combatirlos, así como llegar a atropellar las más elementales leyes para actuar en impunidad.
Por esto durante la experiencia al Mayor EP Evaristo castillo le tocó vivir y que les relato, fui en varias ocasiones tentado para sucumbir a sus deseos de apoyo a sus actividades ilícitas. Y relato varias de sus modalidades. Desde el envío de mujeres con “ofertas”, hasta el ofrecimiento directo de dinero por sus cabezas visibles, que sintiéndose apoyados al más alto nivel, no dudaban en realizarlos.
En estos intentos de soborno se conocía la actitud del Mayor Castillo de rechazo a sus actividades, pero hacían gala de soberbia y de conocimiento, así como de su amistad con altos jefes de las fuerzas del orden.
Parecía que ellos no hacían nada malo, sólo era un negocio, y que por el contrario colaboraban con los jefes de las bases y ayudaban al Ejército. Inclusive mencionaban con detalle las tarifas a pagar: 20 000 dólares mensuales por protección, y por el transporte de cada 800 kilos de droga en un helicóptero militar pagarían 75 000 dólares. De éstos 25 000 dólares serían para la tripulación y 50 000 dólares para el mayor Castillo y sus jefes. De éstos 50 000 dolares el Mayor Castillo debería ver a quien más de su entorno debería darle algo de este dinero.
Pero querían las cosas seguras. Cuando le mencionaron al Mayor Castillo el uso del helicóptero le pareció algo sumamente grave e increíble, porque había sido testigo varias veces de la imposibilidad de emplearlo en operaciones de apoyo de combate, debido a las limitaciones y restricciones de combustible. Por eso lo del helicóptero era poco creíble. Y más parecía ideas de ellos. Aunque para su asombro sí era cierto que llegaron a realizar transportes de droga en helicópteros.
Conocían que desde su puesto de trabajo del Mayor Castillo , podía disponer y programar estos vuelos. Es decir era útil para ellos y por eso estaban dispuestos a pagar. Cuando el Mayor Castillo rechazaba sus propuestas su actitud era casi de enojo, llegando inclusive a la amenaza.
En todos estos casos el Mayor Castillo cumplió con informar al comandante general del frente, quien no prestaba mayor atención a los hechos. Por eso los hermanos de Demetrio Chávez Peñaherrera alias “Vaticano” administraban con seguridad la pista clandestina de Campanilla.
Entre ellos destacaban, Humberto, también conocido con el alias de “Calavera”, supuesto implicado en el asesinato del periodista norteamericano Todd Smith en la zona cocalera de Uchiza y Elías, quienes organizaban el transporte de la droga desde el valle del Huallaga generalmente hacia Colombia, y en ciertos casos, hacia Brasil. De estos hechos también el Mayor EP. Evaristo Efraín Castillo Aste comunico al Comandante General del Ejército, mediante un informe escrito causando malestar en las altas cúpulas del ejercito y las demás fuerzas armadas, sobre todo en el gobierno peruano de turno, tratando de intimidarlo al cambiarlo en diversidad de veces en zonas de de emergencia para así acabar con su vida en manos de la subversión y al no poder con ello intentar silenciarlo al atentar contra el y la intimidación a su familia, lo cual tras denunciar durante tres años progresivamente primero ante el fuero militar el 1992 , en la embajada norteamericana y la asociación de derechos humanos en 1993 y por ultimo ante la opinión publica en 1994 en medios de comunicación escrito, radiales y televisivos nacionales como extranjeros llego el asilo político concedido por España.